domingo, 21 de octubre de 2012

Historia de las calles 2: Carrera de San Francisco



Orígenes y formación del Barrio de San Francisco: 

Tiene este barrio su origen en el arrabal que se formó alrededor del convento franciscano, fundado en el siglo XIII, siguiendo con ello una de las características de Madrid, que se fue desarrollando y estructurando en torno a edificio religiosos. Desde su origen, a partir de la conquista cristiana del Magerit musulmán por Alfonso VI, la fundación de monasterios como el benedictino de San Martín a principios del siglo XII y más tarde de otros, que se sitúan a extramuros, son los motivos de su urbanización. Se marca así una de las normas generales de población natural, en que las casas se organizan alrededor de un edificio importante, envolviéndolo y dirigiendo las calles hacia él. Pues, como escribe Mesonero Romanos en El Antiguo Madrid, el convento de San Francisco "fue causa principal de la prolongación de la villa de Madrid entre Poniente y Mediodía, así como el de Santo Domingo lo había sido hacia el Norte y los de Atocha y San Jerónimo a la banda oriental". 
Vista de la Basílica de San Francisco desde la Carrera de San Francisco
Posee esta zona una gran claridad en su conjunto que contrasta con su barrio vecino, el de la Morería; se sigue una disposición de abanico, teniendo su vértice en puerta de Moros y saliendo como radios una serie de calles que se dirigen a los terrenos que formaban el convento. La calle de Don Pedro se encamina a las Vistillas, la carrera a la iglesia y la de Las Tabernillas se bifurca en la del Águila y la del Ángel; y esta última, en la del Rosario y la de San Bernabé. Cortando a estas una serie de calles que tienen una organización anular: la cuesta de las descargas, donde antiguamente estaba situada la cerca, y la de la Ventosa, en cuyos aledaños estuvieron situados los lavaderos de la Villa. La más importante es la de Calatrava, que llega hasta San Francisco y se continúa su trazado por la de San Buenaventura; y la de San Isidro y las Aguas, que atraviesan la carrera. 
Vista de la Carrera de
San Francisco
Plano de Madrid de Pedro Texeira Albernaz (Lisboa 1595 - Madrid 1662)
A través del plano de Texeira, se puede observar que ya tenía este mismo trazado a mediados del siglo XVII pero la constitución del barrio es de un carácter rural con sus casas unifamiliares, corrales y huertas. Más tarde, al incrementarse la población, se utilizó más el terreno, levantándose nuevos edificios, aprovechándose todo el espacio y subdividiéndolo en infinidad de viviendas y elevando la altura, hallando alojamiento gran número de familias, de clase artesana, pequeños industriales, empleados y comerciantes, pudiéndonos valer la descripción que hace Mesonero Romanos en el artículo La Casa por dentro, de sus Escenas Matritenses: "Tenía dos tiendas y en ellas vivían un sombrerero y un ebanista; el zapatero del portal dormía en un chiribitil de la escalera; un diestro de esgrima, en el entresuelo; un empleado y un comerciante, en los principales; un maestro de escuela y un sastre, en los segundos; un ama de huéspedes, una modista y una planchadora, en los terceros; un músico de regimiento, un grabador, un traductor de comedias y dos viudas ocupaban las buhardillas y hasta en un desvancillo que caía sobre éstas, había encontrado su asiento un matemático..."

Fuente: Madrid, Espasa Calpe

Real Basílica de San Francisco El Grande


Real Basílica de San Francisco el Grande

Estructura

La Basílica de San Francisco el Grande es de planta central y circular, con vestíbulo y ábside. La cubierta se resuelve mediante una gran cúpula, custodiada por seis pequeños domos, que rodean la base del edificio por el norte y por el sur.
Estos elementos encuentran correspondencia en el espacio interior del templo, conformado por una amplia rotonda y seis pequeñas capillas circundantes (tres a cada lado). La capilla mayor está instalada en el ábside y preside todo el conjunto.
Los materiales de construcción combinan sillares de granito, empleado principalmente en la fachada principal, y ladrillo enfoscado.

Cúpula

La cúpula de San Francisco el Grande tiene 33 m de diámetro y 58 m de altura (72 m desde el suelo). En lo que respecta a las cúpulas de planta circular, es la tercera de mayor diámetro de la cristiandad, por detrás de la del Panteón de Agripa(43,4 m) y de la de San Pedro del Vaticano (42,5 m), ambas en Roma (Italia).
Si se consideran también otro tipo de cúpulas, es la cuarta de mayor tamaño, por detrás de la cúpula de Santa María del Fiore (42 m), en Florencia (Italia), de planta octogonal y facetada en ocho caras.
Supera en diámetro a las cúpulas de Santa Sofía (31,8 m), en Estambul (Turquía); de la Catedral de San Pablo (30,8 m), en Londres (Reino Unido); y de Los Inválidos (24 m), en París (Francia).

Los problemas técnicos surgidos durante la construcción obligaron a adoptar una solución de escasa elevación para la cúpula, en la línea del modelo empleado en el Panteón de Agripa. Está realizada en ladrillo macizo, fabricado a pie de obra, en una sola hoja. En su arranque, la hoja presenta un grosor de tres metros, que va descendiendo hasta la coronación, donde el espesor es inferior al metro.
El domo está coronado por una linterna circular, con chapitel y cruz de hierro forjado sobre la flecha.

Aspecto general de la fachada principal
Fachada principal


La fachada principal está orientada al este. Es obra de Francesco Sabatini, quien concibió un diseño netamente neoclásico, si bien matizado por su configuración convexa, necesaria para adaptarse a la planta circular de la estructura.

Presenta dos cuerpos. En el inferior se sitúan tres arcos de medio punto, sujetados mediante pilastras dóricas. El orden jónico domina el segundo cuerpo, constituido por tres ventanales adintelados. El conjunto se remata, en su parte superior, con un frontón triangular, situado en el punto central, y una balaustrada, que recorre los lados.
Estatuas instaladas en la balaustrada de
la fachada principal
El frontón está adornado con la cruz de Jerusalén en el tímpano y, por encima, aparece una acrotera con el escudo franciscano y una corona real. Sobre los pilares de la balaustrada se elevan cuatro estatuas de piedra, representativas de santos, que fueron esculpidas en Londres (Reino Unido) en el año 1883.
La fachada está presidida por dos torres, una en cada extremo, ligeramente retranqueadas. Están cubiertas con chapiteles ondulados, coronados con veletas. En sus vanos, se alojan 19 campanas, ocho de ellas en la torre sur y las once restantes en la torre norte (estas últimas forman parte del carillón de la iglesia).8 Los campanarios están enmarcados con pilastras pareadas.




Interior


Vestíbulo
Interior del templo, presidido por la
Capilla Mayor


Las piezas más notables del vestíbulo son las siete puertas que permiten la entrada al recinto,9 que fueron talladas en madera de nogal en el siglo XIX. Se deben a Agustín Mustieles, perteneciente a la Casa de Juan Guas, quien utilizó modelos de Antonio Varela, de inspiración gótico-renacentista, sobre diferentes escenas bíblicas.
Capilla Mayor. En el centro se observa la sillería
renacentista del Monasterio Jerónimo de Santa
María del Parral de Segovia. 

Entre los relieves más destacados, cabe citar los que figuran en las tres puertas centrales, con una representación de Cristo crucificado con la Fe y la Esperanza a sus pies y, a ambos lados, los dos ladrones del Calvario.



Rotonda
Pinturas de la bóveda de la capilla Mayor



La rotonda interior está pavimentada en mármoles, así como sus zócalos. De decoración suntuosa, sus principales valores artísticos se concentran en las pinturas murales de la cúpula, resultado de las obras de reforma y remodelación impulsadas, en el último tercio del siglo XIX, por Antonio Cánovas del Castillo.
Éstas tienen como tema central a Nuestra Señora de los Ángeles y muestran diferentes escenas de reyes y santos rindiendo pleitesía a la Virgen. Se deben a una idea de Carlos Luis de Ribera y Fieve,10 como director del proyecto de decoración y ejecutada por los más prestigiosos pintores de la época (Casto Plasencia, Alejandro Ferrant y Fischermans, Salvador Martínez Cubells, Francisco Jover y Manuel Domínguez).

Fueron realizadas sobre paneles de yeso, instalados sobre la superficie interior del domo, y están dispuestas en ocho grandes secciones, separadas entre sí por ocho molduras, que parten del arranque de la cúpula y se cruzan en la linterna.

Estatua en mármol de Carrara de San Juan
El contorno de la rotonda está adornado con doce esculturas de los Apóstoles, labradas en mármol blanco de Carrara, a partir de modelos españoles. Descansan sobre grandes pedestales y miden más de dos metros y medio cada una, aproximándose, en algunos casos, a los tres metros. Fueron esculpidas por Agapit Vallmitjana i Barbany, Jerónimo Suñol (San Pedro y San Pablo) y Ricardo Bellver (San Andrés y San Bartolomé), entre otros artistas.


La decoración del conjunto se completa con una serie de vidrieras policromadas, situadas en los vanos que rodean la parte inferior de la cúpula. Fueron construidas en 1882 en Múnich (Alemania), a partir de un diseño de Amérigo y Laplaza.



Capilla Mayor

La Capilla Mayor está instalada en el ábside. Hasta la reforma de finales del siglo XIX, se encontraba presidida por un lienzo de Francisco Bayeu, en el que se representa la aparición de Jesucristo y la Virgen María a San Francisco de Asís. El cuadro está situado actualmente en el coro.
El aspecto austero de entonces fue transformado con la citada remodelación, en la que fueron instalados numerosos elementos ornamentales, a partir de materiales como el mármol, las maderas nobles, el bronce o el oro.

La cabecera está presidida por cinco pinturas murales, enmarcadas en cuatro grandes pilastras, con ribetes dorados. Son obra de Manuel Domínguez y Alejandro Ferrant y se centran en diferentes episodios de la vida de San Francisco de Asís. La mediabóveda que sirve de cubierta al recinto fue decorada con pinturas de José Marcelo Contreras, sobre fondos dorados.

Junto a la base de las referidas pilastras, hay situadas cuatro estatuas de los Evangelistas, que se elevan sobre pedestales de mármol negro. Fueron talladas en madera bronceada, por Francisco Molinelli y Antonio Moltó.11 A su alrededor se extiende una sillería renacentista, traída desde el Monasterio Jerónimo de Santa María del Parral, en Segovia, y adaptada al lugar por Ángel Guirao, en 1885.


La predicación de San Bernardino de Siena
ante Alfonso V de Aragón, de Francisco de Goya

El presbiterio está flanqueado, a ambos lados, por dos grandes púlpitos, realizados, en mármol de Carrara, por Nicoli. Este artífice realizó también la balaustrada de mármol de dicha capilla.



Capillas laterales



Las seis capillas secundarias se distribuyen simétricamente, tres en el lado septentrional de la rotonda y tres en el meridional. Están separadas del gran espacio circular mediante pilares, sobre los que se sostienen diferentes arcos de medio punto, que permiten el acceso.
Cada capilla lateral está cubierta por una pequeña cúpula, con su correspondiente linterna, que replican, a menor escala, el modelo del gran domo que se alza sobre la rotonda. Se cierran con verjas de hierro, realizadas en 1884 por Juan González.

Su decoración responde al eclecticismo histórico vigente a finales del siglo XIX, cuando fue reformado el interior de la basílica. Responde a un proyecto de José Marcelo Contreras, que prescindió de cuatro de las obras pictóricas que, hasta entonces, ornamentaban las capillas, concretamente, las firmadas por Gregorio Ferro, Antonio González Velázquez, José del Castillo y Andrés de la Calleja.

Sólo mantuvo los lienzos de la capilla de San Antonio, donde se muestra una Inmaculada Concepción de Mariano Salvador Maella (1784), y de la capilla de San Bernardino, con el cuadro La predicación de San Bernardino de Siena ante Alfonso V de Aragón, de Francisco de Goya, fechado igualmente en 1784. El artista aragonés representa al santo predicando ante una multitud, donde figura un joven, que tradicionalmente se ha considerado como un autorretrato del pintor.


San Buenaventura recibe la visita de
Santo Tomás de Aquino, de Zurbarán
Las cuatro capillas restantes fueron decoradas con pinturas encargadas a prestigiosos artistas de la época, como Casto Plasencia, con una capilla obra en conmemoración de la virgen del Olvido y alusiva a la Orden de Carlos III, y José Casado del Alisal, con una representación de Santiago Apóstol en la batalla de Clavijo.




Coro




El coro está instalado en la parte superior del vestíbulo. Estuvo ornamentado con la sillería gótica de la Cartuja de Santa María de El Paular (Rascafría, Madrid), tallada en madera de nogal y atribuida a Bartolomé Fernández. Los sitiales permanecieron en San Francisco el Grande desde 1836 hasta 2003, año en el que fueron devueltos a su lugar de origen.13 14

Una de las piezas más significativas del recinto es su órgano tubular, realizado en 1884 por la Casa de Aristíde Covaillé-Coll, de París (Francia), y restaurado en 2001.15 También destacan sus esculturas y relieves, entre los que cabe citar el titulado Entierro de Santa Inés, de Ricardo Bellver, labrado en la escalera de acceso.
Interior de la cúpula, decorada con pinturas murales alusivas a Nuestra Señora de los Ángeles, facetadas en ocho grandes secciones.
En la línea de las restantes dependencias, la bóveda está decorada con pinturas murales. Tienen como tema central la muerte de San Francisco de Asís y fueron ejecutadas en 1882 por Carlos Luis de Ribera y Fieve y Casto Plasencia y Maestro. En el coro se encuentra también el lienzo Porciúncula, de Francisco Bayeu, inicialmente situado en la capilla mayor, tal y como se ha señalado anteriormente.

Museo

Las instalaciones de San Francisco el Grande albergan un museo conformado por 51 cuadros, entre otras piezas artísticas. Las obras pictóricas de mayor valor corresponden al barroco español e italiano, con obras de Francisco Ribalta (San Jerónimo), Francisco de Zurbarán16 (San Buenaventura recibiendo la visita de Santo Tomás de Aquino), Vicente Carducho (Papa arrodillado y escenas al fondo), Alonso Cano (San Antonio de Padua), Artemisia Gentileschi (Jesús y la samaritana) y Luis Tristán (El descendimiento). Se exhiben, además, cuatro lienzos del pintor belga Gaspar de Crayer.
En el templo se conservaba el Cristo crucificado, de Francisco de Goya, obra con la que el artista consiguió ser admitido en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En el primer tercio del siglo XIX, el cuadro fue instalado en el desaparecido Museo de la Trinidad, absorbido en 1872 por el Museo del Prado.
Otras dependencias

Otras dependencias son la antesacristía y la sacristía. La primera estuvo amueblada con algunos elementos de la sillería de la Cartuja de Santa María de El Paular, hasta su traslado a este monasterio en el año 2003. En la segunda sala, la decoración corresponde al último tercio del siglo XIX.

Fuente: Wikipedia.

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